FEBRIL OSADÍA
En mi pensamiento loco estás, cual pecado que me arrastra al
insomnio
dejando huellas emocionales en mi exaltado proceso sináptico.
Eres quien con su sola presencia me hechiza a buscar el
encuentro
para compartir el mucho o poco tiempo que deja la obligación
laboral.
Tú, tesoro que encuentro al cerner historias vividas por ti, vividas por mí,
encuentro de saberes equidistantes, cada quien en su campiña
profesional;
mientras tu lógica y manualidad enaltecen tu informática
habilidad,
mi fantasía letrada y pasión comunicativa regocijan mi
innata sociabilidad.
El tiempo parece ser bondadoso en eternos rostros que
expresan jovialidad,
donde hilos de plata se asoman tímidamente para volverlos
interesantes.
Es así que hechizas la mirada de este romántico que se
angustia ante tu ausencia,
a quien admiras porque se ha entregado cual espuma, como la
marea al mar.
Sí, lo sé; hay un halo de interés que anhela el disfrute
atrapado por el superyó.
También, lo sé; hay una realidad que apacigua el deseo de
cambiar la historia.
Sea cual sea el momento del sentimiento, deja que ese ello
salte a la conciencia
para abonar a la magia de esos encuentros que salpican de
emoción a la existencia.
Anhelo, como lo canté un día, que veas mis días
llegar al fin, como yo a los tuyos,
nada fácil cuando hay extensiones que duplican tu presencia
en bendecidas sonrisas,
mas estoy aquí en la espera de ser quien acompañe tu caminar
con gloriosos arrullos
para darle mayor sentido a esta sintonía que nació cuando
coincidimos con febril osadía.
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