UN
ACERCAMIENTO AL DEBATE DE LA ÉTICA Y EL GÉNERO
Carlos
Arturo Olarte Ramos
A pesar de que la constitución
biológica de los seres humanos se ha mantenido a lo largo de la historia de la
humanidad, o bien, se ha transformado para que la unidad corpórea se adapte a las
condiciones naturales del espacio que habita, el contexto sociocultural le ha
significado una revolución a través del tiempo.
El ser humano nace en un
grupo social en donde recibe las bases de su formación como ser individuo, más
allá de lo inherente al ser humano. Los vínculos que establece con otros sujetos
a partir de la participación en escenarios diversos, impactarán en su
comportamiento social. Muchas veces, la formación familiar es rebasada por lo
que el individuo recibe en la institución escolar o en la religiosa, o bien, por
lo que percibe en los medios de comunicación.
Sea cual sea el caso, el
hombre se presenta ante la sociedad como lo que es, como lo que desea ser o como
lo que le exigen ser, muchas veces enmarcado por la imposibilidad de ser porque
no quiere, no puede o no sabe ser. Cualquiera de las opciones evidencia la
vulnerabilidad del que forma parte en una sociedad que establece las
prescripciones para hombres y mujeres.
En nombre de la ética se
determina que el bienestar común se logra a partir de la participación de todos,
enmarcado en un escenario legitimado por las leyes y las buenas costumbres,
pero son esos preceptos legales y tradicionales los que favorecen las
relaciones de inequidad de género, raza, clase social, educación, economía y
religión.
El ejemplo más claro lo
representan los vínculos insanos entre hombres y mujeres. Por años las mujeres
han desempeñado un rol doméstico que las aleja del reconocimiento público, no
así los varones que se ven obligados a ser instrumentales como parte de un
ejercicio de poder.
A menos que estén de acuerdo
con los roles asignados, o bien, con los roles decididos, esas relaciones
representan la oportunidad de conocimiento y crecimiento de sí mismos; es decir,
el libre albedrío permite al ser humano desarrollo personal y bienestar
emocional.
Cuando se reconocen las desigualdades
y se toma conciencia de lo que una sociedad tradicional (llámese patriarcal,
heteronormativa, sexista, falocéntrica, androcéntrica y homofóbica) impone a
hombres y mujeres sobre su rol genérico, se presenta el conflicto en los sujetos
para cumplir con expectativas sociales que muchas veces no forman parte del
proyecto de vida individual.
Afortunadamente en la
estructura social de la posmodernidad, hombres y mujeres han transformado los
paradigmas del comportamiento humano. La permanencia de una sociedad clásica y
puritana refleja la resistencia al cambio: hombres y mujeres deberán responder
a la exigencia social de ser hombres y mujeres, y se enjuiciará a los que
violenten esta normalización.
Por ello los que buscan ser diferentes
son estereotipados. ¿Qué de negativo tiene que hombres y mujeres no quieran
cumplir con la prescripción social para su género?, ¿qué retroceso implica el
que un hombre decida ser doméstico, y la mujer, instrumental?, ¿cuál es el
impacto social de la transformación de roles? Tener consciencia de ser hombres
y mujeres es una responsabilidad que provocan malestar o bienestar según la perspectiva
con la que se analice.
Desde la ética se cuestionan
las acciones humanas, los motivos por el actúan de esa manera y las consecuencias
de los actos; como es subjetivo, las acciones humanas que cumplen con la
normativa social provocará regocijo para algunos y malestar para otros, y
aquellas que se alejan de las prescripciones sociales o que las debaten, tendrá
el mismo resultado.
En el colectivo masculino,
conformado por aquellos sujetos que se identifican con el conjunto de atributos
físicos, psicológicos y sociales de los hombres, existe un objeto de análisis
ético: el comportamiento masculino.
Generalmente son varones los
que vivencian este género pero las masculinidad no es exclusiva de ellos, también
existen mujeres que representan tal constructo. En el mundo masculino existen
diversos caminos con el que expresan su condición genérica: el tradicional
(modelo hegemónico), el emergente (modelo afectivo) y el divergente (modelo de
la diversidad).
Los emergentes y divergentes
criticarán al tradicional, el tradicional hará lo propio, mucho más contra el
divergente. ¿Quién es el ético? Cualquiera puede ser ético siempre y cuando con
sus acciones no provoque el malestar a terceros, un malestar que se traduce en
daño. Con esta precisión, toda acción humana implica daño, y por lo tanto, se
cuestiona la aplicación ética.
Esto lleva a concluir que la
naturaleza humana se corrompe (con todas las connotaciones posibles), por lo que
la ética sigue quedando en el campo de la subjetividad. Cada quien determinará
su condición ética, del que seguramente no será la misma de quienes están en
frente.