jueves, 11 de junio de 2015

ARTÍCULO DE OPINIÓN

UN ACERCAMIENTO AL DEBATE DE LA ÉTICA Y EL GÉNERO

Carlos Arturo Olarte Ramos

A pesar de que la constitución biológica de los seres humanos se ha mantenido a lo largo de la historia de la humanidad, o bien, se ha transformado para que la unidad corpórea se adapte a las condiciones naturales del espacio que habita, el contexto sociocultural le ha significado una revolución a través del tiempo.
El ser humano nace en un grupo social en donde recibe las bases de su formación como ser individuo, más allá de lo inherente al ser humano. Los vínculos que establece con otros sujetos a partir de la participación en escenarios diversos, impactarán en su comportamiento social. Muchas veces, la formación familiar es rebasada por lo que el individuo recibe en la institución escolar o en la religiosa, o bien, por lo que percibe en los medios de comunicación.
Sea cual sea el caso, el hombre se presenta ante la sociedad como lo que es, como lo que desea ser o como lo que le exigen ser, muchas veces enmarcado por la imposibilidad de ser porque no quiere, no puede o no sabe ser. Cualquiera de las opciones evidencia la vulnerabilidad del que forma parte en una sociedad que establece las prescripciones para hombres y mujeres.
En nombre de la ética se determina que el bienestar común se logra a partir de la participación de todos, enmarcado en un escenario legitimado por las leyes y las buenas costumbres, pero son esos preceptos legales y tradicionales los que favorecen las relaciones de inequidad de género, raza, clase social, educación, economía y religión.
El ejemplo más claro lo representan los vínculos insanos entre hombres y mujeres. Por años las mujeres han desempeñado un rol doméstico que las aleja del reconocimiento público, no así los varones que se ven obligados a ser instrumentales como parte de un ejercicio de poder.
A menos que estén de acuerdo con los roles asignados, o bien, con los roles decididos, esas relaciones representan la oportunidad de conocimiento y crecimiento de sí mismos; es decir, el libre albedrío permite al ser humano desarrollo personal y bienestar emocional.
Cuando se reconocen las desigualdades y se toma conciencia de lo que una sociedad tradicional (llámese patriarcal, heteronormativa, sexista, falocéntrica, androcéntrica y homofóbica) impone a hombres y mujeres sobre su rol genérico, se presenta el conflicto en los sujetos para cumplir con expectativas sociales que muchas veces no forman parte del proyecto de vida individual.
Afortunadamente en la estructura social de la posmodernidad, hombres y mujeres han transformado los paradigmas del comportamiento humano. La permanencia de una sociedad clásica y puritana refleja la resistencia al cambio: hombres y mujeres deberán responder a la exigencia social de ser hombres y mujeres, y se enjuiciará a los que violenten esta normalización.
Por ello los que buscan ser diferentes son estereotipados. ¿Qué de negativo tiene que hombres y mujeres no quieran cumplir con la prescripción social para su género?, ¿qué retroceso implica el que un hombre decida ser doméstico, y la mujer, instrumental?, ¿cuál es el impacto social de la transformación de roles? Tener consciencia de ser hombres y mujeres es una responsabilidad que provocan malestar o bienestar según la perspectiva con la que se analice.
Desde la ética se cuestionan las acciones humanas, los motivos por el actúan de esa manera y las consecuencias de los actos; como es subjetivo, las acciones humanas que cumplen con la normativa social provocará regocijo para algunos y malestar para otros, y aquellas que se alejan de las prescripciones sociales o que las debaten, tendrá el mismo resultado.  
En el colectivo masculino, conformado por aquellos sujetos que se identifican con el conjunto de atributos físicos, psicológicos y sociales de los hombres, existe un objeto de análisis ético: el comportamiento masculino.
Generalmente son varones los que vivencian este género pero las masculinidad no es exclusiva de ellos, también existen mujeres que representan tal constructo. En el mundo masculino existen diversos caminos con el que expresan su condición genérica: el tradicional (modelo hegemónico), el emergente (modelo afectivo) y el divergente (modelo de la diversidad).
Los emergentes y divergentes criticarán al tradicional, el tradicional hará lo propio, mucho más contra el divergente. ¿Quién es el ético? Cualquiera puede ser ético siempre y cuando con sus acciones no provoque el malestar a terceros, un malestar que se traduce en daño. Con esta precisión, toda acción humana implica daño, y por lo tanto, se cuestiona la aplicación ética.
Esto lleva a concluir que la naturaleza humana se corrompe (con todas las connotaciones posibles), por lo que la ética sigue quedando en el campo de la subjetividad. Cada quien determinará su condición ética, del que seguramente no será la misma de quienes están en frente.






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